Para toda organización y su liderazgo, la productividad es un indicador clave de cara a prever los resultados de negocio, por ende, son múltiples los esfuerzos e inversiones que se realizan para procurarle, desde equipos de alta tecnología, hasta el manejo de los tiempos y las eficiencias, sin embargo, hay un elemento que suele pasar desapercibido pues pocas son las organizaciones que dedican tiempo a fomentarlo, la felicidad de su gente.
Cuando se habla de “felicidad” hay una tendencia a asumir que esta está directamente vinculada con emociones o ideales románticos de los que la empresa no es responsable y, por ello, recae en la responsabilidad de cada individuo “ser” o “no ser” feliz de acuerdo a sus propios sentimientos, sin embargo, tal como lo define el padre de la psicología positiva Martin Seligman, la felicidad es “una sensación profunda de satisfacción con uno mismo y con nuestras propias circunstancias”, lo que supone comprender que nuestras organizaciones resultan parte fundamental de dicha circunstancia.
Crear una “circunstancia positiva” en el lugar de trabajo traerá como consecuencia un efecto en el estado de ánimo del colaborador, el cual, le permitirá comprender mejor su realidad y producirá una fuerza interior que lo movilizará a hacer, resolver o emprender las actividades que le son propias en beneficio de la empresa, produciendo efectos y resultados positivos.
Por lo tanto, si queremos que nuestra fuerza laboral genere alto rendimiento, sea más innovadora y más eficiente, debemos procurar circunstancias que lo hagan sentir bien consigo mismo, que le permitan crecer intelectual y emocionalmente en un ambiente seguro y estable, es decir, debemos promover su felicidad. Ahora bien, ¿cómo promovemos el logro de tan complejo objetivo?, a continuación, algunas claves para procurar impulsarlo:
1.- Establezca un claro sentido de propósito para su organización. Comprender cuál es “la causa” para la que trabajamos nos da un sentido diferente de nuestra actividad cotidiana, como aquel conserje de la NASA a quien John F. Kennedy, al tropezarse en un pasillo durante una visita, preguntó que estaba haciendo, a lo que éste le contestó “estoy ayudando a poner a un hombre en la Luna”.
2.- Asegúrese de remunerar y otorgar los beneficios de manera justa a sus colaboradores. Si bien no hay necesariamente una correlación directa entre la remuneración y la felicidad, estaremos de acuerdo en que, obtener los ingresos necesarios para crear una circunstancia personal positiva, disminuyendo una fuente de ansiedad o angustia, contribuirá efectivamente a poner foco en los objetivos y metas.
3.- Procure reconocer el buen trabajo. Establezca sistemas de reconocimientos formales e informales, de carácter individual y colectivos, que le permita hacer sentir el aprecio por aquellas conductas y logros deseables.
4.- Permita y promueva la capacitación y el desarrollo de su personal. Sea un promotor de su crecimiento y de la autonomía progresiva para asumir nuevas responsabilidades.
5.- Establezca una clara estrategia de comunicación que les permita a sus colaboradores estar y sentirse alineados con la estrategia general de negocio, integrados e incluidos a la totalidad de la organización, y motivados a través del contacto con el liderazgo organizacional.
6.- Modele los valores de su empresa a través de su propio comportamiento.
Estos son solo algunos aspectos a considerar, pero de gestionar adecuadamente elementos como estos, usted encontrará beneficios extraordinarios que tendrán un efecto directo sobre la productividad de su organización, traduciéndose en eficiencias, ahorros y generación de ingresos que seguramente lo harán a usted muy feliz.
Al final del camino, todos buscamos la felicidad, hagamos de nuestras empresas un lugar donde encontremos una buena parte de ella.