América Latina es una región caracterizada por la inequidad y la pobreza, ello  amerita cada vez más, el diseño  de mecanismos de planificación y formulación de políticas públicas, que atiendan las presiones naturales consecuentes y que amenazan, constantemente, con un sobrecalentamiento social. Es allí donde los sectores, privado, público y sociedad civil, deben profundizar su intervención en un trabajo conjunto, coordinado y eficiente, que contribuya a establecer esquemas de cooperación para atender las crecientes expectativas sociales, de manera consistente, alineada y efectiva.

Frente a los importantes esfuerzos del sector privado por incrementar la efectividad de sus contribuciones a la sociedad, a través de la Filantropía,  la Responsabilidad Social Empresarial (RSE) o sus mejores prácticas de sustentabilidad, se hace ineludible la participación de la sociedad organizada en el proceso de definiciones, sobre cómo se llevarán a cabo tales contribuciones y con qué fin, alineando objetivos empresariales con las expectativas sociales que, en estos tiempos, crecen exponencialmente.

El frecuente riesgo de dispersión de recursos y esfuerzos desde el sector privado, diluye la  capacidad de ejecución y el impacto real y percibido de los aportes que desde allí se realizan a la sociedad. Por esta razón, existe la imperiosa necesidad de alinear la implementación de estrategias “inteligentes” de RSE con los esfuerzos locales, regionales y/o nacionales de otros actores participantes, con el objeto de convertir las importantes contribuciones del sector privado en factores clave, promoviendo esfuerzos que puedan sumar, de forma agregada,  en una cadena eficiente de valor social en diversas áreas de atención.

Tal alineación permitiría  generar un efecto multiplicador de beneficios y para ello, se hace indispensable una  evaluación integral y experta de los proyectos sociales, y la formalización de los procesos de rendición de cuentas basados en indicadores de  resultados medibles y comparables, para asegurar, no sólo el buen uso de los recursos, sino también, la satisfacción especifica de  necesidades sociales que tales recursos y esfuerzos pretenden atender.

Desde la perspectiva del sector privado, esta aproximación supone la necesidad de romper con algunos paradigmas tradicionales y formular nuevos modelos basados en  la “democratización de las contribuciones”, mediante  la inclusión de las comunidades en el proceso de toma de decisiones de acción social. Elaborar alternativas que faciliten la  participación de la comunidad en tales procesos, se hace casi mandatorio. No se trata de “dar”, se trata de “involucrarse”, comprender cómo somos parte de la sociedad en la que hacemos vida, y por ende cómo podemos contribuir a disminuir las demandas sociales no atendidas.

Esta realidad presenta grandes retos. Existen obstáculos relevantes que a veces impiden la cooperación con eficiencia, dada la influencia de elementos como la desconfianza entre las partes, la inexperiencia gerencial, la falta de diálogo para llegar a acuerdos,  e incluso los “celos” o la “vanidad”, entre muchas otras razones. Sin  embargo, es indispensable  continuar el camino de la transición, desde una aproximación vertical de la contribución social (paternalismo), a una visión más horizontal (solidaria), donde cultivemos la responsabilidad individual como base para la creación de  la conciencia colectiva de responsabilidad social, construyendo nuevos espacios de diálogo entre sectores para la búsqueda de mejores prácticas y esquemas eficientes de cooperación que  impulsen, “de abajo hacia arriba”,  nuevas políticas públicas incluyentes que faciliten la operación de los esfuerzos en aras del mejor resultado posible.

Es esencial que el sector privado se integre mucho más a la sociedad civil a través de  sus organizaciones, formando parte de ellas, donde puedan crearse nuevas formas de participación, como por ejemplo, “Fondos de Inversión en RSE” o  “Bolsas de Valores Sociales” en ámbitos estratégicos, que contribuyan a maximizar los resultados y asegurar la sostenibilidad empresarial a través del fortalecimiento del sector y de toda la sociedad.

Publicado en: Forbes RD, Edición Nov. 2016