Hace 146 años, nació uno de los más grandes negocios del mundo del entretenimiento, el mundialmente famoso “P.T. Barnum’s Grand Traveling Museum”, o mejor conocido en la actualidad como el “Ringling Brothers and Barnum & Bailey”, un circo de tradición cuya mayor atracción, en esa versión tradicional del circo que todos conocimos de niños, consistía en la presencia en la arena de feroces leones, tigres y obedientes elefantes. Desde su fundación en 1871, este negocio logró superar, por casi siglo y medio, los avances tecnológicos de su época y las complejidades y riesgos del entorno que le tocó vivir. Sin embargo, su modelo de negocio permaneció prácticamente inalterado durante todos estos años, hasta que la creciente conciencia social en relación a los derechos de los animales y la tecnología aplicada al entretenimiento, jugaron en su contra.
Las expectativas sociales insatisfechas, traducidas en una fuerte presión que llevó a demandas legales interpuestas por grupos de presión a favor y en defensa de los animales, acusaron a la empresa, en reiteradas oportunidades, de abuso y maltrato de éstos (particularmente a los elefantes), lo que llevó al circo a una batalla en la arena legal, en la que, a pesar de haber ganado hasta US$25 millones en acuerdos, no logró obtener el triunfo en el tribunal de la opinión pública, situación que sobrellevó a un declive en la venta de boletos a sus espectáculos que terminaron por acabar con el futuro del negocio.
Entre los múltiples factores que llevaron a una empresa centenaria al cierre, previsto para el próximo mes de mayo 2017, destacan, por una parte, un modelo de negocios rígido, dependiente de una forma inalterada de hacer las cosas por más de un siglo. Fueron obligados a desprenderse de sus atracciones principales por la alta presión de una expectativa social divergente a sus prácticas, y al verse constreñido ante su eliminación, no logró reinventarse a sí mismo para continuar entreteniendo a su audiencia. Por otra parte, la competencia con nuevas formas de entretenimiento, donde el mundo digital, los video juegos y smartphones abrían, no sólo un espacio a nuevas alternativas para el público, sino también, a nuevas formas de ser impactados por los mensajes que terminaron por socavar las bases de sostenibilidad del propio negocio.
Como contraste a la realidad de “Ringling Brothers and Barnum & Bailey”, una aproximación y modelo diferente, en el mundo del “circo”, apareció hace apenas unos 30 años con el surgimiento del “Cirque du Soleil”, una empresa de entretenimiento que, apartándose de la visión tradicional, prescindió desde su inicio de los animales como atractivo fundamental, y se concentró en la fusión de la acrobacia y las expresiones artísticas, buscando una clara diferenciación y creando así una nueva forma de entretenimiento circense, en lo que hoy podríamos llamar el seguimiento de una “Estrategia de Mar Azul” (“Blue Ocean Strategy”). Hoy, con aproximadamente 19 espectáculos entre residentes e itinerantes en todo el mundo, factura anualmente poco más de un billón de dólares.
Estos dos casos emblemáticos dentro de un mismo sector, permiten comprender la importancia de interpretar los tiempos cambiantes y veloces que vive el mercado, donde los sujetos a quienes nos dirigimos ya no son sólo de consumo, sino de opinión, y que según sea ésta, terminarán consumiendo o no nuestra oferta. Comprender las necesidades, intereses, sentimientos y dimensión de la conciencia social, resulta hoy un factor crítico de éxito. Monitorear tendencias, preferencias y movimientos del mercado permite innovar para crear nuevos espacios, en respuesta a una expectativa social que trasciende a la simple visión de satisfacción de necesidades, para dar paso a la satisfacción de las conciencias.
Para ello, es necesario modelar una cultura organizacional orientada a la evolución e innovación constante, de escucha activa y permanente análisis a través de las herramientas indicadas para comprender lo que pasa allá afuera y, más allá del análisis de “mercado” que siempre resulta fundamental, trascender a él para desarrollar nuevos análisis sociales. Por otra parte, toda organización debe establecer para ello un modelo de gestión reputacional que permita integrar el abordaje que damos a nuestra dimensión pública, esto a través de una clara estrategia comunicacional que trabaje a favor de la correcta comprensión de lo que hacemos y cómo lo hacemos, satisfaciendo así, las crecientes expectativas de nuestros grupos de interés. De esta forma estaremos trabajando para evitar la extinción y promoviendo el florecimiento permanente de nuestro negocio.