La competencia empresarial, ese afán por obtener la superioridad en un mercado determinado, supone con frecuencia el esfuerzo que hace toda organización por procurar la identificación y preferencia del cliente o consumidor con sus servicios y/o productos; basados en las ventajas, atributos y cualidades del trabajo que todo un equipo humano lleva a cabo para asegurar que la innovación, la permanente búsqueda de la excelencia, la calidad, el servicio y una actuación alineada con las expectativas sociales, logren el objetivo de ser los primeros.
Sin embargo, no siempre ese es el caso y, orientados por prácticas cuestionables, empresas u organizaciones buscan atajos y mecanismos de actuación comercial que suponen barreras a la entrada y prácticas restrictivas al libre derecho que tienen otros, a participar de un mercado determinado, donde sea el consumidor quien tome la decisión de relacionarse con determinada marca o empresa, a partir de sus necesidades, deseos y experiencia. Dichas prácticas constituyen un problema ético y a veces legal, que trasciende a las propias decisiones gerenciales que las promueven. Más allá de generalmente contravenir leyes y regulaciones de los mercados, terminan contribuyendo a la creación de una cultura de negocios que contamina y corroe todo un mercado.
Los tiempos de alta incertidumbre e inestabilidad, en ocasiones incita a la toma de decisiones desesperadas por tratar de aferrarse a una posición, y en lugar de promover una actuación fundamentada en la búsqueda de nuevas oportunidades, investigación para el desarrollo y mejoras continuas que incrementen las preferencias, se opta por conducir el marco de relaciones comerciales en detrimento de otros, pues resulta a veces un camino que parece más sencillo. Simplemente presionar y ejercer la cuota de poder que se posee, de manera restrictiva o coercitiva, es un camino efectista que, en el marco de las realidades actuales, sólo terminará socavando la credibilidad, impactando la reputación y amenazando la supervivencia de la propia organización, quizás no inmediatamente, pero muy seguramente en el largo plazo.
El impacto de esta realidad, muy frecuente en América Latina, afecta negativamente el entorno económico, reduce las posibilidades de crecimiento; limita al consumidor; incauta las oportunidades para el desarrollo, y merma la capacidad de invención e innovación. Hoy, el tema de competencia está sobre el tapete, cuestionando prácticas, estableciendo dudas sobre el comportamiento de algunas organizaciones, y alertando sobre los peligros que tiene para el mercado que prácticas inadecuadas se constituyan en “normales” a la hora de conducir los negocios.
Resulta imperativo para el sector empresarial, promover, cada vez más, la competitividad responsable entre sus participantes. Una visión que integre la responsabilidad económica, política, ambiental, cultural y social de la acción empresarial, y que procure un nuevo punto de equilibrio que no sólo esté fundamentado en las cifras de cierre del año fiscal, sino en un tablero de gestión que incorpore cada una de estas dimensiones, donde no sólo sean relevantes los resultados financieros, sino cómo llegamos a ellos.
Los gremios e instituciones han de velar por el correcto y ético comportamiento de sus integrantes, abrir y promover las oportunidades de competencia en un ambiente de colaboración y “coopetencia”, que permita elevar el nivel general de todo el sector en beneficio de todos sus participantes. Es tarea del empresariado, no sólo adecuarse a las normas y reglamentos, sino procurar alinear la estrategia de negocios con una visión responsable del desarrollo, que promueva la generación de progreso y bienestar hacia el futuro.
Las conductas monopólicas son y han sido sancionadas en sociedades libres y promover la libre competencia es deber del estado, las instituciones y los ciudadanos. Este será el desafío, cada vez más exigente, en mercados cada vez más abiertos, transparentes, competidos y supervisados por la mano visible de un consumidor empoderado, facultado para influir, incidir y, a fin de cuentas, decidir.
Excelente reflexión, oportuna y muy necesaria en tiempos donde la transparencia batalla contra la opacidad que afecta la confianza.
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