Hace apenas unos días, el vuelo 1380 de Southwest, procedente de Nueva York y con destino a Dallas, presentó una explosión en la turbina izquierda en pleno vuelo, lo que ocasionó la ruptura de una ventanilla del fuselaje con la consecuente descompresión de la cabina y la lamentable pérdida de un pasajero, sin embargo, la rápida actuación de su piloto, Tammie Jo Shults, logró junto a su tripulación, actuar de manera inmediata y con “nervios de acero” (tal como lo calificaron los pasajeros), logrando aterrizar el avión de forma segura en el aeropuerto de Philadephia. La rápida actuación, pericia y habilidad del piloto no es otra cosa que el resultado del entrenamiento constante para este tipo de situaciones, y en el caso de Shults, su pasado como ex-piloto de combate resultó en una ventaja adicional. No conforme con ello y una vez en tierra, la piloto dejó la cabina de mando para atender y hablar personalmente con cada pasajero a medida que desembarcaban la aeronave, asegurándose así, del estado de todos y cada uno. La tripulación se puso a prueba mostrando capacidad de control y resolución, nervios de acero, rápida actuación, toma de decisiones, empatía y clara comunicación, elementos clave para manejar una situación contingente. Bien hecho!
La diferencia entre una contingencia y una crisis
